Monday, April 20, 2009

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Camino a casa después del decepcionante lunes donde los goteos de lluvia nos invitaron a abondar la tibia roca en la cual yacía la numeración de eventos mayormente complejos que la regresión alfanúmerica citada unas cuantas líneas arriba.

Regresiones (no hace mucho)

"Después de un mensaje recibido pasada la medianoche y sin ningún indicio de al menos un breve escrito de amor, narración, historia, penumbra o sueño; pactado e incumplido con anterioridad, se erosionan precipitadamente los ideales proyectados, conjugados en símbolos de una vida anhelada y esfuerzo compartido, con basto cariño y pasión arraigada tales como para olvidarnos de cualquier paralelismo afectivo que decidimos abandonar durante una noche de plaza y besos. – "No deberías de verlo así" -, te decía con insistencia un día anterior. Y al termino de una charla deplorada por la inquietud inmersa, derivada de la distancia y albergada entre los chasquidos del sonido viciado y la voz codificada, retardada aún más por las múltiples conversiones a las que es sometida, posteriormente enviada, y una vez más decodificada; es de esperarse que el cariño impreso en la tesitura de tu voz sufra tantas distorsiones como para reflejar ese raudo eco melancólico. A su vez, intento conformar sin manos en el aire, sin gestos comprensibles, con acentos pérdidos la menor de mi pesadumbre ante la expresión de mi vida a través de las letras, y más aún, la expresión de mi cariño con la intención de cautivar tu mirada una vez más entre las letras, de una vez en las historias. Porque es fantástico cuando somos recurridos como protagonistas en el amor narrado. Mi amor fértil, déjame cosecharte con la seguridad de no perdernos uno al otro, a pesar del tiempo propagado y continuamente retrasado, no te pido ya que esperes y cual princesa estereotipada aguardes en el balcón recóndito con un gorrito rosa almidonado, no hay cabida en él para una rastita bien cuidada; solamente cree en nosotros y es pie para entendernos entre tantos estertores".


Y paradójicamente, nunca ha ocurrido de este modo. Es mucho más complejo que armarse de palabras y argumentos que nunca sobrepasaran los hechos tácitos: Una princesa ha llamado desesperadamente, con gran incurrencia, y él no llega. Ella ha decidido partir debido a la ausencia del presente caballero, mientras del otro lado del río, los mensajes son leídos y las llamadas agitan el corazón del orquestador de la démora, lamentablemente le han anunciado por tercera parte que la princesa ha resuelto no esperar más y el tiempo dejó de agitarse con la apuración del caballero, para ahora extinguirse. La hora anunciada se avecina antes de que la historia se vuelva calabaza. La hada madrina, quien funge como interlocutor e informante de los hechos del castillo ha decidido abrir el telón pese a la falta de actores e inmobiliario: el castillo se ha incendiado en trémulas lagrimas e incomprensivas respuestas. El caballero y su escudero han integrado la armadilla que acechara la torre mayor. Toda la armada se escuda en un cubo troyano enfriado por aire. La hada, despeinada y fuera de sus cabales, no menos que la sollozante princesa recibe la escuderia y los guía hacía la emboscada. Dos brillantes destellos decoran a una linda princesa empapada en desconzuelo. El escuadrón comienza mediante una trompeta su llegada. Tan rápido como la princesa acomete a la cuadrilla da por entendido la demóra... La impaciente princesa, tan farfullante y despistada, no concibe comprender que para una proposición de vida hay que orquestar una filarmónica, ¡¡¡cuan decepcionado estoy de las sorpresas!!! Al final de la historia, la princesa ha determinado irse con la utópica añoranza de reencontrarnos entre veredas algún ídilico día, los argumentos nunca fueron lo suficientemente persuasivos para hacerle saber que nuestro proyecto de vida existía. Hoy, la inseguridad es el común múltiplo de nuestras tretas y proyectos, quebrándose poco a poco las delicadas fibras con que nuestros sueños se cumplían, no importa ya, la vida ha iniciado la partida y por más charlas concienzudas o no, nunca dejará de sopesar la insipiente desconfianza en la palabra. Pero es bueno soñar entre tanto.

Esperad las series de las charlas... ooops que he dejao' en el cuadernillo de Tormes.

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